sábado, 15 de octubre de 2011

VIKTOR YANUKÓVICH


Víktor Fédorovich Yanukóvich (en ucraniano Віктор Федорович Янукович, ruso: Виктор Фёдорович Янукович) (Yenakiieve,  Donetsk,  9 de julio  de  1950) es un  político  ucraniano, actual  presidente de Ucrania.

Vástago de una familia de clase trabajadora radicada en el óblast de Donetsk, región densamente poblada, industrializada y rusificada del este de Ucrania, su padre, Fedir Yanukovych, era un obrero del ferrocarril de etnia bielorrusa y su madre una enfermera cuya prematura muerte a los dos años de dar a luz requirió que una de las abuelas se encargara de la crianza del huérfano. 

Las privaciones materiales y las carencias afectivas, en estos años en que la República Socialista Soviética Ucraniana se sometía fielmente a los dictados de Nikita Jrushchev y Leonid Brezhnev, debieron de moldear un carácter pendenciero en el robusto mocetón, que a los 14 años dejó la escuela y que en 1967 y 1970 tuvo sendos tropezones con la justicia por unos delitos de robo de propiedad del Estado y de agresión a persona, aunque no quedó claro si la misma tuvo naturaleza sexual.
En su juventud Yanukovich estuvo dos veces en la cárcel cumpliendo condenas por cometer delitos comunes. Las dos penas lo condenaron a un total de 5 años de cárcel.

A  los 19 años, comenzó a trabajar en su Yenakiyeve natal como operario de surtidor de gas en una planta metalúrgica. 

El 15 de diciembre de 1967 los tribunales lo sancionaron a 3 años de prisión por delito de atraco, según el artículo 141 del Código penal de la RSS de Ucrania, como miembro de la banda criminal  “Pivnovka”.

Su pena fue rebajada a 1,5 años con motivo del 50 Aniversario de la Revolución bolchevique de Octubre.

Pero el 8 de junio de 1970 fue condenado de nuevo, esta vez por el artículo 141 del Código penal, a dos años de prisión por causar graves heridas corporales en una riña.

Con esta biografía, Yanukovich es considerado un duro y está acostumbrado a lidiar con poderosas mafias.

Este pasado criminal de Yanukovich fue uno de los argumentos de sus oponentes durante la Revolución Naranja.

Los partidarios de Yanukovich alegan que en 1978 el Tribunal Regional del  Óblast de Donetsk  le quitó las sanciones, y que por esto en 1980 Yanukovich pudo ingresar al  Partido Comunista de la Unión Soviética. Sus opositores afirman que esta absolución del Tribunal Regional es una falsificación.

El 8 de febrero de 2005 la Fiscalía del Óblast de Donetsk reinició las investigaciones sobre esta acusación. En junio de 2005 la investigación determinó, que durante el período de 2002 a 2004 los partidarios de Yanukovich falsificaron estos documentos , y que los documentos originales de 1978 desaparecieron.

El 25 de enero de 2006 el Ministro del Interior de Ucrania Yuri Lutsenko declaró que la investigación de los documentos sobre la supuesta anulación de los antecedentes penales, demostró que estos documentos habían sido falsificados.

Durante su estancia en el poder, Yanukovich obtuvo los títulos de Doctor en Ciencias Económicas y Profesor. Sus opositores afirman que obtuvo los títulos inmerecidamente y usando los mecanismos del poder. Como ejemplo señalan la gran cantidad de errores ortográficos y de contenido que Yanukovich comete en sus documentos y afirmaciones, incluyendo la planilla que llenó como candidato a Presidente.

En clara alusión a Yanukovich, el 24 de septiembre de 2007 Yulia Timoshenko, líder del bloque que lleva su nombre (BYUT), propuso prohibir por la ley a las personas con antecedentes penales ocupar altos puestos de Estado, en particular, de presidente, primer ministro, diputado, miembro del Gobierno, juez y fiscal.  "En todos los países civilizados, los delincuentes puestos en libertad tras cumplir la cadena se encuentran bajo un riguroso control de la sociedad y los respectivos organismos controladores. En el mejor de los casos, les dan trabajo que no tiene gran importancia social. Sólo aquí, en Ucrania, tales individuos no encuentran ningún obstáculo para pretender a ser presidente del país, primer ministro o diputado. Hace falta poner fin a esa práctica. Si tales personas no se van ellas mismas, las quitaremos del poder por la ley.

Es el líder del Partido de las Regiones, uno de los principales partidos políticos de Ucrania. Fue jefe de Gobierno ucraniano durante tres períodos.

CARRERA POLÍTICA

Yanukovich fue gobernador del óblast de Donetsk de 1997 a 2002. Fue Primer Ministro de Ucrania en dos períodos desde el 21 de noviembre de 2002 hasta el 31 de diciembre de 2004, y desde el 4 de agosto de 2006 hasta el 16 de noviembre de 2007, cuando renuncia tras las elecciones del 2007.

Fue el segundo candidato más votado en las elecciones presidenciales ucranianas de 2004 y su partido el más votado en las elecciones legislativas de 2006 y 2007.

En las elecciones presidenciales de 2004 Yanukovich, siendo Primer Ministro de Ucrania, fue candidato a Presidente con el apoyo del Presidente  Leonid Kuchma, contra el candidato opositor  Víktor Yúshchenko.

Para evitar la inminente victoria de Yushchenko, los partidarios de Yanukovich recurrieron al fraude electoral masivo a su favor, declarándolo ganador. Este hecho provocó la Revolución Naranja y la revocación por decisión del Tribunal Supremo de Ucrania de los resultados de las elecciones, designando nuevas elecciones, en las cuales ganó  Yushchenko, y Yanukovich se vio obligado a dimitir como Primer Ministro de Ucrania.

En estas tensas circunstancias se llegó a la votación del 31 de octubre, cuyo desarrollo fue vigilado por 4.000 monitores internacionales. Con una participación del 76% y al cabo de un parsimonioso escrutinio que se prolongó hasta el 10 de noviembre, la Comisión Electoral Central (CEC) situó a Yushchenko en cabeza con el 39,9% de los votos; pisándole los talones aparecía el candidato del PR, con el 39,3%. Eliminados para la segunda vuelta quedaron los izquierdistas Moroz (5,8%), Symonenko (5%) y Vitrenko (1,5%). Otros 18 candidatos, entre los que estaba el ex primer ministro Kinaj, que se había descolgado de la plataforma pro Yanukovych, no superaron el 1% de los votos cada uno.

Los observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) reportaron irregularidades y consideraron que la primera ronda había incumplido un "considerable número" de requisitos democráticos, fundamentalmente el disfrute por la propaganda de Yanukovych de un flagrante privilegio con cargo a los recursos del Estado. 

La segunda vuelta del 21 de noviembre registró un índice de participación muy elevado, el 79%. Los primeros resultados facilitados por la CEC dando a Yanukovych la victoria por una diferencia de casi seis puntos soliviantaron a los votantes de Yushchenko, que se echaron a las calles de Kíev y otras ciudades luciendo prendas y agitando banderas naranjas, el color escogido por Fuerza del Pueblo para simbolizar su alternativa política. 



El candidato provisionalmente perdedor denunció que el avance de porcentajes del escrutinio oficial no era creíble y que en Ucrania estaba en curso un "golpe de Estado iniciado en el cuartel general de Yanukovych en Donetsk", por lo que solicitó la anulación de los comicios en cierto número de circunscripciones problemáticas y una sesión de emergencia de la Rada. Yanukovych, con la satisfacción de tener ya las felicitaciones de Putin, reaccionó calmoso y conciliatorio. Con tono de presidente in péctore, agradeció a sus electores que hubieran "votado por la paz, la estabilidad y la democracia", y a quienes habían votado por su adversario les prometió que "su visión de Ucrania" sería tomada en cuenta por el nuevo liderazgo: "No quiero que piensen que son perdedores", manifestó. 

Independientemente de si el fraude había sido mayor o menor, y de si éste iba a ser determinante en la adjudicación de la Presidencia, las elecciones pusieron de manifiesto una vez más la división del voto geográfico: las populosas regiones situadas al este del Dniéper o cruzadas por el río en su tramo meridional –Jarkiv, Luhansk, Donetsk, Dnipropetrovsk, Zaporizhzhya, Jerson y Crimea-, así como las dos costeras al oeste de dicha cuenca –Mykolayiv y Odessa-, votaron Yanukovych en un porcentaje no inferior al 50%. Exactamente lo mismo cabía decir de los 16 restantes oblasts del país que se decantaron mayoritariamente por Yushchenko. Los extremos de este cisma, preocupante para cualquiera que fuera el sucesor de Kuchma, estaban en los centros urbanos de Donetsk al este y Ternopil al oeste, donde más del 90% de los votantes se decantaron por el primer ministro en el primer caso y por su predecesor en el puesto en el segundo. En Kíev, el 75% votó por Yushchenko. 

Desde el 22 de noviembre, decenas de miles de partidarios de Yushchenko se instalaron permanentemente en el centro histórico de Kíev siguiendo su consigna de organizar un "movimiento de resistencia". El 23 de noviembre, galvanizado por la denuncia de la OSCE sobre "serias irregularidades" en la segunda vuelta, incluidos episodios de violencia e intimidación contra observadores, miembros de los colegios y votantes, por la amenazas de Estados Unidos y la UE a Kuchma con consecuencias en las relaciones bilaterales si el Gobierno no investigaba las acusaciones de abuso y fraude, y por las declaraciones de lealtad de las asambleas municipales de Kíev y otras importantes ciudades occidentales, Yushchenko escenificó la jura del cargo presidencial en un acto tan inválido a efectos jurídicos como peligroso, ya que suponía un desafío abierto a las autoridades. 

Yushchenko insistió en ofrecer una salida pacífica de la crisis consistente en la anulación de los resultados y la repetición en el plazo de unos meses de la segunda vuelta con las debidas garantías de "limpieza y transparencia". La respuesta del poder fue, el 24 de noviembre, anunciar los datos definitivos del escrutinio, que confirmaban el triunfo de Yanukovych, aunque por un margen recortado de votos: había obtenido el 49,46% de los sufragios frente al 46,61% de su adversario. Ese mismo día, en la apertura de un Consejo de Ministros, un imperturbable Yanukovych aseguró que "nada extraordinario" estaba sucediendo en el país.
Yushchenko rechazó de plano el informe de la CEC, se reafirmó en sus denuncias de fraude, convocó una "huelga política general" para paralizar el país como medio de presión y anunció la creación de un Comité de Salvación Nacional (KNP) "para defender la democracia". El 25 de noviembre, el bloque opositor se apuntó una victoria táctica al ordenar el Tribunal Supremo la suspensión de la publicación de los resultados oficiales, hasta que se pronunciara sobre las irregularidades notificadas. La que vino a llamarse la Revolución Naranja estaba en marcha en Ucrania, y para contrarrestarla Yanukovych movilizó a sus huestes en el este. 

Aunque la confrontación política era máxima y había peligro de enfrentamiento civil, la efusión de violencia pudo ser evitada gracias al ejemplar sentido cívico de los manifestantes de uno y otro signo, a la urgente intervención diplomática internacional y, como resultado de la misma, a la renovada disposición de los dirigentes enfrentados al diálogo.


El 26 de noviembre, una misión mediadora de dirigentes europeos encabezada por el Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) de la UE, Javier Solana, dio lugar a una mesa redonda en la que Yanukovych, Yushchenko y Kuchma acordaron establecer un grupo de trabajo mixto para solucionar el conflicto por medios pacíficos, aunque la transacción se reveló una meta en extremo dificultosa. En los días posteriores al primer cara a cara de los tres líderes involucrados en la crisis poselectoral y en paralelo a las conversaciones del grupo de trabajo, la tensión revivió con fuerza por una serie de actuaciones unilaterales. 

El 27 de noviembre, la Rada, con la ausencia de los diputados oficialistas y comunistas, declaró inválida la segunda ronda electoral. El 28 de noviembre, el primer ministro asistió en Severodonetsk, Luhansk, a un congreso que reunió a 4.000 alcaldes y concejales de 15 oblasts del país y en el que fue aclamado como el presidente legalmente elegido. El protagonista de la asamblea, sin embargo, se distanció de la propuesta de celebrar el 12 de diciembre un referéndum sobre la creación de una "autonomía del sudeste". 

La misma actitud esquiva mostró Yanukovych en una reunión del Consejo Regional de Donetsk, celebrada el mismo 28 de noviembre, donde se llamó a refrendar en las urnas el 5 de diciembre una propuesta de reforma constitucional para que Ucrania se convirtiera en un Estado federal y Donetsk adoptara el estatus de república. Más aún, Yanukovych exhortó a sus enardecidos partidarios a que se abstuvieran de tomar "medidas radicales", ya que "si se derrama la primera gota de sangre, entonces ya no podremos pararlo". El dirigente era consciente de que un presidente electo que no era reconocido por la mitad del país ni en el extranjero salvo en Rusia y Bielarús difícilmente podía aspirar a la legitimidad institucional si se mezclaba en una campaña plebiscitaria, por poca credibilidad que ésta tuviera, que ponía en cuestión la unidad del Estado, un principio consagrado en la Constitución. 

La reacción fulminante del KNP a los acontecimientos en el Donbass fue conceder a Kuchma un plazo de 24 horas para que destituyera a Yanukovych como primer ministro y a los gobernadores regionales (los de Donetsk, Luhansk y Jarkiv) comprometidos con la "ruptura de Ucrania", y para que ordenara al fiscal general la apertura inmediata de una investigación contra los "secesionistas". El 29 de noviembre, el Tribunal Supremo admitió a trámite el recurso de impugnación electoral presentado por Yushchenko, decisión judicial que inclinó tímidamente a su favor la balanza del conflicto. 

Desde el 1 de diciembre, lentamente, empezó a desactivarse la crisis. Mientras la Rada sacaba adelante, al segundo intento, una moción de censura contra Yanukovych con 229 votos favorables, el grupo de trabajo Gobierno-oposición, con el auspicio de los mediadores internacionales, acordó convocar unas nuevas elecciones presidenciales cuyas características, candidaturas y fechas serían determinadas en consonancia con el inminente fallo del Tribunal Supremo. A cambio, Yushchenko aceptaba el desbloqueo de los edificios administrativos por sus partidarios y el sometimiento a la Rada de un paquete legislativo que incluía la tan traída y llevada reforma constitucional para redistribuir los poderes del Ejecutivo; en adelante, la institución suprema sería el Consejo de Ministros, responsable ante el presidente y el Parlamento, del cual emanaría y a cuyo control se sometería. Yushchenko también transigió con la generalización del sistema proporcional sobre listas partidarias en las elecciones parlamentarias, que era uno de los puntos principales de programa de Yanukovych. 


De manera simultánea, el anuncio por Yanukovych de que no se oponía a repetir las elecciones en aquellas circunscripciones donde se comprobara la comisión de fraude y de que estaba dispuesto, si su victoria electoral era confirmada por el Supremo, a proponer a su archirival para el cargo de primer ministro revestido de atribuciones reforzadas, y, más importante, la sugerencia por Kuchma de que podrían repetirse las elecciones íntegramente como la única salida "para preservar la paz" del país, fueron indicios de que el oficialismo se avenía a contemporizar. 

El 3 de diciembre el Tribunal Supremo, para disgusto de Yanukovych, confirmó que la ronda del 21 de noviembre había estado trufada de casos de fraude en perjuicio de Yushchenko y que la CEC se había precipitado en el anuncio de resultados oficiales sin antes examinar las denuncias recibidas, por lo que declaró nula la votación y decidió su repetición el 26 de diciembre.


 El fallo del Supremo supuso una doble victoria para un eufórico Yushchenko, ya que el alto tribunal optaba por su fórmula de la "tercera ronda" en vez de regresar al punto de partida y hacer que volvieran a enfrentarse las múltiples candidaturas que tomaron parte en la votación del 31 de octubre, cual era la pretensión de Kuchma y Putin, quienes fijaron su posición común en Moscú en una visita relámpago realizada por el primero el 2 de diciembre. El primer ministro no tuvo más remedio que transigir. 

Yanukovych volvió a reunirse con Yushchenko en mesa redonda, pero muy debilitado por los últimos acontecimientos. El 7 de diciembre, a su solicitud, Kuchma le liberó temporalmente de las funciones de primer ministro para que pudiera volcarse en la nueva campaña electoral. Yanukovych la libró a la defensiva y envuelto en una atmósfera un tanto derrotista, quejándose del "paulatino golpe de Estado anticonstitucional" que se estaba "cometiendo" en el país y marcando las distancias de Kuchma, quien con sus últimos posicionamientos parecía haberle dejado en la estacada, y al que se refirió implícitamente como el cabeza de un "viejo poder" que era necesario desplazar por un "nuevo poder". 


El 26 de diciembre Yanukovych fue derrotado por Yushchenko, pero por un margen bastante más corto del augurado: el 51,99% de los votos frente al 44,19%.

Esos menos de ocho puntos de diferencia animaron a Yanukovych a no reconocer su derrota. El 28 de diciembre reasumió sus funciones gubernamentales, desempeñadas en el ínterin por el viceprimer ministro Azarov, e impugnó los resultados ante el Tribunal Supremo porque se habían producido "violaciones de la Constitución y de los Derechos Humanos". No opinaban lo mismo la CEC, que habló de "irregularidades sin importancia", y la OSCE, que se felicitó porque esta votación se hubiera "acercado mucho más a los estándares" de la organización. El Supremo no tardó en rechazar los recursos presentados por Yanukovych, quien el 31 de diciembre, a regañadientes, resignó como primer ministro en asunción de la moción de censura perdida a primeros de mes. 

Yanukovych arrojaba la toalla, pero convencido de ser el "ganador legítimo" de las elecciones presidenciales y prometiendo una "oposición dura" a Yushchenko, con el que no cooperaría "bajo ninguna circunstancia", así como una resonante victoria de su partido en las legislativas de 2006. El 5 de enero de 2005 la dimisión de Yanukovych fue aceptada por Kuchma y Azarov, por segunda vez, se hizo cargo de la jefatura del Gobierno en funciones. El 10 de enero Yushchenko fue proclamado por la CEC vencedor oficial de los comicios presidenciales, el 23 de enero inauguró su mandato quinquenal y un día más tarde nombró primera ministra a su aliada Tymoshenko. 

A Yanukovych le costó realmente muy poco tiempo recobrarse del humillante resultado que para él tuvo la Revolución Naranja. Ni siquiera tuvo que aguardar un año, que era el período de gracia incluido en el voto de confianza otorgado por la Rada al Gobierno, y en el cual la oposición no podía presentar una moción de censura, para ser testigo del prematuro desfondamiento de Tymoshenko, blanco generalizado de críticas por su campaña de revisión de las privatizaciones, el súbito empeoramiento de la actividad económica, la subida de los precios y, hecho determinante en su caída, el surgimiento de denuncias de corrupción en el corazón del Ejecutivo seguidas de dimisiones. 


El 8 de septiembre de 2005, con el fin de aplacar a los grupos industriales que se sentían perjudicados por las reformas expeditivas de la primera ministra, pero también para protegerse él mismo de la sombra que ésta, más popular que él, empezaba a hacerle, Yushchenko destituyó a Tymoshenko y nombró en su lugar al gobernador de Dnipropetrovsk y miembro de su partido Yuriy Yejanurov. La coalición naranja había saltado por los aires tan sólo ocho meses después de alcanzar el poder. 

Entonces, Yushchenko se volvió a su archirrival en las pasadas elecciones, con quien pactó un memorándum de entendimiento que entre otros aspectos frenaba en seco la campaña de reprivatizaciones. La avenencia incluyó el voto afirmativo del PR en la confirmación parlamentaria de Yejanurov. Yanukovych recobró la iniciativa y se montó en la cresta de la ola.

En enero de 2006, en un golpe de efecto que puso de manifiesto el pragmatismo tornadizo de la política ucraniana, el líder regionalista no dudó en ponerse del lado de Tymoshenko en su iniciativa de censurar en la Rada a Yejanurov, acusado de dañar los intereses nacionales por su reciente acuerdo con Rusia para poner fin a la última guerra del gas entre los dos países. Acto seguido, el antiguo industrial preparó con todo esmero las elecciones legislativas del 26 de marzo, que debían

clarificar la confusa situación política y de las que, en virtud de la reforma constitucional promulgada en enero, iba a salir un primer ministro ligados a una mayoría parlamentaria y con los poderes reforzados, en detrimento del rango competencial del presidente de la República. 

Imitando las tácticas de la extinta Fuerza del Pueblo en las presidenciales de 2004, Yanukovych inundó los actos de campaña de su partido con el color del movimiento, el azul, contrató a cantantes de rock y recurrió al asesoramiento de expertos estadounidenses en mercadotecnia electoral. Parte de los gastos corrieron a cargo de su amigo creso, el magnate Ajmetov. Las peleas fratricidas en la coalición naranja y el esfuerzo proselitista propio otorgaron la victoria al partido de Yanukovych, devenida primera fuerza del país con el 32,1% de los votos y 186 escaños. Segundo fue el BYuT y tercero el BNU, que cargó con el castigo del antiguo electorado naranja por la ruptura con Tymoshenko y el compadreo con Yanukovych. 

Con todo, la nueva primacía del PR se trataba de una mayoría simple que no garantizaba a Yanukovych el retorno a la jefatura del Gobierno. En efecto, los partidos de la antigua alianza contra Kuchma, aparcando los resentimientos, negociaron la formación de una nueva coalición naranja que les permitiría gobernar con mayoría absoluta. Yushchenko, Tymoshenko y el socialista Moroz acordaron que la jefatura del Gobierno recayera en la segunda y que Petro Poroshenko, un lugarteniente del primero, asumiera la presidencia de la Rada. . 

Todo parecía a punto para el arranque de un Gobierno naranja bis, pero el 6 de julio el acuerdo tripartito saltó por los aires al pactar Yanukovych y el comunista Symonenko con el jefe socialista su investidura como cabeza del Legislativo La traición de Moroz frustró la constitución del Ejecutivo de coalición del BYuT, el BNU (cuyo principal integrante era el partido de Yushchenko, la Unión Popular Nuestra Ucrania, NSNU) y el SPU, no dejando más opción al presidente, una vez descartada la convocatoria de nuevas elecciones, que nombrar, el 3 de agosto y con bastantes dudas, primer ministro a Yanukovych, quien a fin de cuentas era el cabeza del partido más votado, en aras de un Gobierno estable y de mayoría. Una cohabitación impensable hasta prácticamente la víspera iniciaba su andadura en Ucrania. 

La nueva coalición oficialista formada por el PR, el BNU, el KPU y el SPU, presentada por sus artífices como un "consenso universal" (sólo se quedaba fuera un bloque parlamentario, el de Tymoshenko), descansaba en un entendimiento básico entre Yanukovych y Yushchenko. El aspecto fundamental del mismo comprometía al líder regionalista y a su partido con las metas políticas del acceso del país a la OTAN y la UE, con el carácter unitario, y no federal, del Estado, y con la exclusividad del ucraniano como lengua oficial. Se decidió también someter a referéndum el ingreso en la OTAN, si este era ofrecido por los aliados. La consulta tendría un valor consultivo y se celebraría al final del proceso de entrada en la organización, lo que equivalía a diferirla a un nebuloso futuro. El 4 de agosto de 2006 el nombramiento de Yanukovych fue aprobado por la Rada con 271 votos a favor y 9 en contra, una mayoría que menoscabó la cincuentena de diputados yushchenkistas que se negó a acatar la consigna de su jefe. 

Al día siguiente se constituyó el Gabinete cuatripartito, que sólo ofreció una novedad destacada con respecto al equipo anterior, el regreso de Azarov a los puestos de primer viceprimer ministro y ministro de Finanzas. El PR copó los otros tres puestos de viceprimer ministro con cartera (para Andriy Klyuyev, Dmytro Tabachnyk y Volodymyr Rybak) y además se quedó con seis ministerios. De acuerdo con el nuevo marco constitucional, Yushchenko se reservó la designación de los titulares de Asuntos Exteriores y de Defensa, que fueron los mismos del Gabinete Yejanurov, los prooccidentales Borys Tarasyuk y Anatoliy Hrytsenko, respectivamente. 

Como le había pasado a Tymoshenko, Yanukovych no se entendió con Yushchenko prácticamente desde el primer día en que hubieron de compartir el poder ejecutivo. El 14 de septiembre, en su visita al cuartel general de la OTAN en Bruselas, el primer ministro afirmó que, en el momento presenta, "no hay alternativa a la estrategia que Ucrania ha elegido en sus relaciones con la OTAN", la cual pasaba por la cooperación y el diálogo intensificado.


Pero puntualizó que el país, debido a la pendiente realización de una serie de reformas para elevar los estándares sociales y económicos, iba a tener que "tomarse una pausa" antes de adoptar el Plan de Acción para el Ingreso (MAP), antesala imprescindible de la membresía de pleno derecho y previo también al anunciado referéndum. 

La apuesta de Yanukovych por ralentizar el proceso de inserción en el sistema euro-atlántico de seguridad colectiva hizo sonar las alarmas en las filas de Yushchenko, que acusaron al regionalista de violar el compromiso de no interferir en la agenda proatlantista del presidente. A mediados de octubre, el BNU se declaró en oposición al Gobierno, campo en el que se reencontró con el BYuT. Las relaciones entre los dos cabezas del Ejecutivo se agriaron más a comienzos de diciembre, cuando la Rada, con los votos de regionalistas, socialistas y comunistas, aprobó destituir a los ministros de Exteriores, Tarasyuk, y del Interior, Yuriy Lutsenko, quien meses atrás había ordenado una investigación policial sobre la presunta falsificación de la exoneración judicial del primer ministro en 1978 (la misma confirmó la adulteración documental, pero Lutsenko estableció que la elegibilidad parlamentaria de Yanukovych no se veía afectada porque la privación de derechos civiles inherente a una sanción penal había expirado de todas maneras). 

Yushchenko impugnó con éxito el cese del primero, que era un nombramiento de su competencia, y decretó su continuidad en el puesto contra la voluntad de los legisladores. Pero Yanukovych vetó la presencia de Tarasyuk en las reuniones del Gabinete, colocándole en una situación de impotencia que el diplomático zanjó a últimos de enero de 2007 por la vía dimisionaria. En cuanto a Lutsenko, sin filiación partidista desde su baja del SPU aunque situado también en la órbita presidencial, no pudo ser defendido por Yushchenko desde el principio y fue desplazado por un recambio del agrado de la Rada, el socialista Vasyl Tsushko. 

En los meses siguientes, el tira y afloja entre Yanukovych y Yushchenko adquirió las categorías de choque institucional y crisis constitucional al acusar el segundo al primero de incrementar sus filas parlamentarias con tránsfugas seducidos a golpe de talonario. El presidente denunció estos cambios de chaqueta como ilegales e inconstitucionales, y amenazó con disolver la Rada y convocar elecciones anticipadas. En el fondo, temía que Yanukovych terminara logrando la mayoría suficiente para modificar la Constitución a su criterio y dejarle a él reducido a figura decorativa. En marzo, causó escándalo en la Presidencia el nombramiento como ministro de Economía de Anatoliy Kinaj, que desde la Revolución Naranja había sido uno de los yushchenkistas más notorios. 

El primer ministro se defendió con la explicación de que si el PR estaba reclutando adhesiones en el BNU y el BYuT era a causa de la buena gestión del Gobierno. Asimismo, tachó de infundio la imputación de que había gratificaciones económicas de por medio. Las calles de Kíev, aunque a mucha menor escala que entonces, rememoraron las escenas de 2004 al salir a confrontar sus fuerzas los partidarios de uno y de otro. 


El 2 de abril de 2007 Yushchenko materializó su amenaza y ordenó la disolución de la Rada y la celebración de elecciones el 27 de mayo. Yanukovych y Moroz se rebelaron contra el decreto y presentaron un recurso ante el Tribunal Constitucional, si bien los dos máximos protagonistas y adversarios de la trifulca accedieron a reunirse para intentar solucionar el grave conflicto de manera pacífica. 

El 27 de mayo, tras casi dos meses de peligrosos forcejeos institucionales (con desplazamientos de unidades armadas inclusive, por orden del presidente), de rumores de golpes de mano y de tensión en las calles, las accidentadas conversaciones directas entre Yanukovych, Yushchenko y Moroz desembocaron por fin en un arreglo cuyos puntos principales eran la celebración de elecciones parlamentarias el 30 de septiembre, cambios en la CEC para asegurar la limpieza y transparencia de los comicios, y un compromiso mutuo para no invadir competencias institucionales, impedir las injerencias en los órganos judiciales y de orden público, y ahuyentar el peligro de la confrontación social y de un "desarrollo violento". Hasta las elecciones, la Rada funcionaría con normalidad.


En la campaña, el primer ministro retomó las ideas de someter a referéndum el ingreso en la OTAN y la declaración del ruso como segunda lengua oficial, y propuso celebrar una consulta también sobre la elección de los gobernadores regionales por sufragio universal. 


El 30 de septiembre de 2007, en las segundas elecciones en año y medio, el PR volvió a ser la fuerza más votada con el 34,4% de los votos y 175 escaños, pero el BYuT escaló posiciones y se colocó en un cercano segundo lugar con el 30,7% y 156, mientras que los yushchenkistas, agrupados en el Bloque Nuestra Ucrania-Autodefensa (BNU-NS, el NSNU y otros nueve partidos), repitieron resultados harto discretos, con el 14,1% de los sufragios y 72 puestos. El SPU fue duramente castigado por su cambio de barco el año anterior y perdió toda su representación.

Los bloques de Tymoshenko y Yushchenko sumaban una mayoría absoluta de 228 escaños, suficiente para gobernar en coalición. Tras firmar las dos fuerzas los acuerdos de gobie
rno y de legislatura, Tymoshenko recobró el cargo de primera ministra el 18 de diciembre.

 Yanukovych regresó a la oposición al cabo de una segunda ejecutoria gubernamental truncada por su mal entendimiento con Yushchenko. El balance de resultados de su corta gestión era mixto, ya que si por un lado, la economía, tras el frenazo de 2005, había vuelto a crecer con robustez (en 2006 la tasa superó el 7% del PIB y en 2007 iba a rozar el 8%), la ya clásica disputa del gas con Rusia había iniciado el 2 de octubre un nuevo capítulo con la amenaza por Gazprom de cortar el suministro a Ucrania a menos que Naftohaz Ukrajiny saldara deudas acumuladas por valor de 1.300 millones de dólares. Sin embargo, las exigencias de Moscú tenían un trasfondo básicamente político, pues no fue casual su planteamiento justo después de las elecciones ucranianas y de quedar claro que Tymoshenko iba a volver a encabezar el Gobierno. 

A lo largo de 2008 y 2009, una poderosa sensación de déjà vu se apoderó del curso político ucraniano, que parecía incapaz de romper con el ciclo de las crisis. La vuelta a la crispación en las relaciones con Rusia por el sempiterno conflicto del gas y la apuesta atlantista de Kíev, el revés cosechado por el Ejecutivo en este terreno al postergar la Alianza la inclusión de Ucrania en el MAP, y los invencibles rifirrafes entre Yushchenko y Tymoshenko, esta vez enfrentados por el nuevo equilibrio de poderes de sus respectivas oficinas, la aparente orientación prorrusa de la primera ministra durante el conflicto bélico de Georgia y el manejo de la aguda recesión económica y de la asistencia financiera del FMI, espolearon las ambiciones políticas del jefe de la oposición, que en septiembre de 2008 confirmó su aspiración a candidatear en las próximas elecciones presidenciales, a celebrar en enero de 2010, aunque él prefería que se adelantaran y tuvieran lugar a la vez que unas legislativas asimismo anticipadas. Yushchenko, que aspiraba a la reelección con escasas posibilidades, y Tymoshenko serían sus adversarios en las urnas. 

El PR proclamó candidato a su líder de manera oficial en el XII Congreso de la formación, el 23 de octubre de 2009. Pero desde hacía más de un año, Yanukovych ya venía pronunciándose en clave electoral, con todo un repertorio de posicionamientos y propuestas que se ajustaron exactamente a sus conocidas convicciones prorrusas y escépticas con la OTAN. 
Así, el ex primer ministro se felicitó porque el Consejo Atlántico aparcara el MAP y la invitación a ingresar en la Alianza, decisiones que suponían un respeto a la "opinión de los ucranianos", y de manera expresa se comprometió a no buscar la membresía en la organización euro-atlántica. Ucrania debía ser un "Estado neutral" integrado en un "sistema europeo de defensa colectiva" junto con la OTAN, Rusia y la UE, en la línea de lo propuesto por el presidente ruso, Dmitri Medvédev. Esta ecuanimidad de tipo no alineado requería, a la vez, que Ucrania tampoco participara en la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), que en el ámbito de la CEI vincula a Rusia, Bielarús, Armenia, Kazajstán, Kirguizistán, Tadzhikistán y Uzbekistán. 

La integración en la UE sí le parecía un "objetivo estratégico", ya que permitiría al país modernizar la estructura de su economía y elevar los estándares de vida de su población, pero la misma debía conducirse con una "política equilibrada" que preservara los "intereses nacionales". Antes de solicitar el ingreso de manera oficial, Kíev tenía que obtener de Bruselas un espacio común para el libre tránsito de bienes y personas, así como un Acuerdo de Asociación plenamente operativo. El curso de aproximación al "Oeste" requería "pragmatismo", característica que debía presidir también las relaciones bilaterales con Estados Unidos. 

La rusofilia del candidato opositor no admitía dudas: Kíev debía imitar a Moscú y reconocer las independencias de las repúblicas separatistas georgianas de Abjazia y Osetia del Sur; la integración económica con el país vecino resultaba más necesaria que nunca en tiempos de recesión, lo que pasaba por unirse a la unión aduanera ruso-bielorruso-kazaja; las relaciones con Rusia tenían que reconducirse a través de una "comisión anticrisis" binacional; y la interminable guerra del gas, tras las escaramuzas de 2005-2006, 2007-2008 y 2008-2009 –que se habían traducido en cortes del suministro- debía zanjarse con un acuerdo satisfactorio para ambas partes.


Pero con dos matices: si él llegaba a la Presidencia, buscaría unos contratos de compra del hidrocarburo a unos precios más favorables e impulsaría la creación de un consorcio tripartito con Rusia y la UE para garantizar el papel de Ucrania como país de tránsito entre el proveedor oriental y los consumidores occidentales. A su entender, esta fórmula resultaba imprescindible al estar en marcha la construcción de sendos gasoductos bajo los mares Báltico (North Stream) y Negro (South Stream), que soslayaban a Ucrania. 

En cuanto a la política económica, Yanukovych defendió la compatibilidad del diálogo financiero con el FMI y el gasto público en las partidas sociales, amén de prometer un recorte del IVA, rebajas fiscales también para las empresas y un tipo de impuesto único para los campesinos, por lo que fue tildado de "populista".

En este terreno, el opositor fustigó a Tymoshenko por su renuencia a aplicar la ley, aprobada por la Rada en octubre de 2009 y firmada por Yushchenko en noviembre, que obligaba a indexar pensiones y salarios a la inflación, y le reclamó que explicara el uso que había hecho de los 11.000 millones de dólares ingresados del préstamo de 16.400 millones concedido por el FMI en noviembre de 2008 para prevenir la suspensión de pagos.

El propio FMI era objeto de crítica, ya que el organismo multilateral suspendió la liberación del cuarto tramo del préstamo, de 3.800 millones, precisamente a raíz de aprobarse la mencionada ley sobre el gasto social, que entrañaba ascensos de hasta el 20% en las pensiones y los salarios del sector público, lo que para el FMI era una violación del compromiso del Gobierno de recortar el gasto presupuestario. El político señaló que el FMI no debía "contribuir al empobrecimiento del pueblo ucraniano", sino "ayudar a superar la pobreza".

La coyuntura era extremadamente negativa: el déficit presupuestario alcanzaba el 12% y las deudas del Estado crecían aceleradamente, hasta superar en febrero de 2010 el total del montante de deuda, interna y externa, los 300.000 millones de hryvnias, al cambio 28.000 millones de euros. 2009 cerró con una contracción del PIB, arrastrado por el derrumbe de la actividad industrial, del 15% y una inflación del 16%. Y el paro se había triplicado en tan solo un año, situándose en diciembre en el 9%. 

Durante la campaña, Yanukovych, primero en los sondeos, prefirió no entrar en una guerra de descalificaciones personales con Tymoshenko, quien le acusó de practicar el nepotismo, sacó a colación sus peripecias penales de juventud y puso en tela de juicio sus luces intelectuales y su nivel cultural. El ex primer ministro adoptó un tono más conciliador, en el que se refirió a su "sueño" de una "Ucrania unificada" donde la "época del odio" estuviera superada. Eso sí, las diferencias de programa e ideología con la primera ministra eran tan amplias que hacían imposible, si ganaba él, su nombramiento de nuevo al frente del Gobierno.

El mismo descarte afectaba a Yushchenko. Una doble incompatibilidad que era recíproca, ya que aquella nunca nombraría primer ministro al regionalista en caso de ganar ella y el segundo se autoexcluyó de una cohabitación como la de 2006-2007 pero a la inversa. Yanukovych estaba seguro de que Tymoshenko, desde el Gobierno, intentaría adulterar el escrutinio de las votaciones a su favor, pero se mostró convencido de que no se repetiría el escenario de 2004: una gran protesta callejera seguida de una tercera ronda electoral. 

Nuevamente se presentó en las elecciones presidenciales de 2009, en las que obtuvo la victoria. Tomó posesión del cargo en 2010.

Las encuestas no erraron y el 17 de enero de 2010 Yanukovych se puso en cabeza con el 35,3% de los votos, seguido de Tymoshenko con el 25%. Yushchenko sacó un paupérrimo 5,4% y, quinto en la liza, quedó eliminado para la segunda vuelta. Lo hicieron mejor que él los independientes Serhiy Tyhypko y Arseniy Yatsenyuk. Contendieron otros 13 candidatos, entre ellos Symonenko, Lytvyn, Hrytsenko y Moroz. Entre ronda y ronda, Yanukovych se negó a coger el guante de un debate televisado que le lanzó su adversaria, lo que ésta tachó de "cobardía común". Yanukovych lo veía así: "Ella es la primera ministra y debe responsabilizarse de cada palabra que dice. Y si ha de ser tratada como una mujer, que demuestre sus caprichos en la cocina". 

La segunda vuelta del 7 de febrero fue ganada por el opositor con el 48,9% de los votos. Tymoshenko perdió con el 45,5% y la opción contra todos capturó el 4,4% de las papeletas. Al conocer los resultados provisionales facilitados por la CEC, la primera ministra se negó a reconocer su derrota, denunció fraude y amenazó con presentar una impugnación ante el Tribunal Supremo Administrativo de Kíev, pero los observadores internacionales certificaron la limpieza de las elecciones, que se ajustaban a los estándares de la OSCE y el Consejo de Europa. Mientras Yanukovych recibía enhorabuenas internacionales, las primeras desde Moscú, la pataleta de la primera ministra amenazaba con retrasar la inauguración del jefe del Estado electo. 

En una entrevista a la cadena CNN, Yanukovych exhortó a Tymoshenko a aceptar su victoria y a no transformarse de "heroína" en "verdugo" de la Revolución Naranja. Días después, al prolongarse el silencio de la gobernante, la conminó a que dimitiera y aceptara su papel en la oposición. El 14 de de febrero, el CEC, una vez escrutados todos los votos, declaró a Yanukovych presidente electo. Al día siguiente, tal como había advertido, Tymoshenko recurrió al Tribunal Supremo Administrativo, que aceptó la impugnación por "falsificaciones generales, fundamentales y sistemáticas", y ordenó la suspensión de la proclamación del ganador. Para entonces, los principales gobernantes mundiales ya habían felicitado a su antagonista. El 20 de febrero, tras constatar su soledad política y a regañadientes, Tymoshenko retiró la demanda de anulación de las elecciones antes que encajar un veredicto del Tribunal Supremo Administrativo presumiblemente desfavorable. 

Eliminado este obstáculo, Yanukovych pudo prestar juramento como presidente de la República en la fecha prevista, el 25 de febrero. Al acto en la Rada asistieron los presidentes y primeros ministros de varios países de la CEI (no así Medvédev y Putin por parte de Rusia) y de Europa central y oriental, así como altos cargos de la UE, con varios de los cuales el flamante presidente mantuvo encuentros. Se ausentaron de la ceremonia Yushchenko, no obstante haberse reunido previamente con su sucesor para preparar la transmisión del mando, y Tymoshenko, que la boicoteó junto con los diputados de su bloque. 

En su discurso inaugural, el cuarto presidente de la Ucrania independiente defendió su concepto de "país europeo que no pertenece a ninguna alianza", abogó por ejercer la función de "puente entre el Este y Oeste", parte integral de Europa y a la vez de la antigua Unión Soviética", y prometió una política exterior "que permita a nuestro país obtener el máximo resultado del desarrollo de las relaciones de igualdad con Rusia, la Unión Europea, Estados Unidos y otros países que influyen en el desarrollo del mundo". Aunque la situación nacional era "muy difícil" y la economía estaba "en ruinas", expresó su creencia de "no sólo podemos salvar al Estado del colapso social y económico, sino que podemos ponerlo rápidamente en la senda del desarrollo acelerado". 

Para recalcar que el costado europeo occidental figuraba entre sus propiedades, Yanukovych escogió las instituciones de la UE como destino de su primera salida al exterior, el 1 de marzo. En Bruselas, aseguró a los responsables comunitarios la fiabilidad de Ucrania como país de tránsito del gas ruso comprado al oeste de sus fronteras. Sólo después, el 5 de marzo, se desplazó a Moscú para entrevistarse con el presidente Medvédev y el primer ministro Putin, a quienes anunció un "giro radical" en las relaciones bilaterales, que salían de una "fase de degradación". 

El 2 de marzo Yanukovych obtuvo la ruptura de la mayoría parlamentaria de que gozaba el Gobierno de Tymoshenko al declarar rota su coalición con el BYuT el BNU-NS y el Bloque de Lytvyn, quien presidía la Rada. Al día siguiente, el voto conjunto del PR, el BNU-NS, el Bloque de Lytvyn y el KPU defenestró a la primera ministra en una moción de censura. El mismo 3 de marzo, Yanukovych suspendió su militancia en el PR y cedió la presidencia del partido a uno de sus hombres de máxima confianza, Azarov. El 4 de marzo tomó las funciones como primer ministro provisional el primer viceprimer ministro, Oleksandr Turchynov. 


La Rada tenía ahora 30 días por delante para articular una nueva coalición oficialista y 30 días más para formar el nuevo Gobierno; si pasados dos meses no se alcanzaban estas metas, Yanukovych podía disolver la Cámara y convocar elecciones. Pero el presidente no iba a tener necesidad de ello, ya que todo el proceso institucional se ventiló en un solo día, el 11 de marzo. En esa jornada, primero, se anunció que el PR, el Bloque de Lytvyn y el KPU ya estaban de acuerdo sobre la coalición, que dispondría de una mayoría absoluta, bien que corta, de 235 diputados. A continuación, el tripartito se decantó por Azarov como su candidato a primer ministro, escogiéndolo de una terna ofrecida por Yanukovych el 21 de febrero y que completaban los candidatos presidenciales derrotados Tyhypko y Yatsenyuk. Por último, la Rada invistió a Azarov con 242 votos. 

Viktor Yanukovych está casado con Lyudmyla Oleksandrivna, una titulada en ingeniería de la construcción, y es padre de dos hijos, Oleksandr y Viktor. El hijo tocayo, nacido en 1981, pertenece desde las elecciones de 2006 al grupo parlamentario del PR. En las reseñas oficiales se citan como aficiones del presidente ucraniano el tenis, el golf, la caza y la cría de palomas, prácticas que ha conjugado con sus habilidades como piloto de avionetas, paracaidista deportivo y conductor de coches deportivos.
 

No hay comentarios: