martes, 24 de junio de 2014

REY JUAN CARLOS I (España 1975 - 2014)

Juan Carlos I de Borbón; Roma, 1938.


Figura fundamental, junto con el presidente Adolfo Suárez, de la llamada transición española, el rey Juan Carlos I renunció a los poderes que había recibido del dictador Francisco Franco para impulsar el proceso que llevó pacíficamente de la dictadura a la democracia y que culminó con la aprobación de la Constitución de 1978, por la cual España se convertía en un estado democrático moderno y el rey pasaba a desempeñar funciones meramente representativas.


La transición convirtió a Juan Carlos I en el personaje público más valorado del país: partidos políticos y personajes de ideología republicana acataron la monarquía constitucional gracias a la acción del titular de la Corona, hasta el punto de acuñarse la recurrente frase de "Yo no soy monárquico, sino juancarlista". Su intervención en favor de la legalidad democrática en la intentona golpista del 23 de febrero de 1981 acabó de apuntalar un prestigio que mantuvo durante casi todo su reinado.


Hijo de don Juan de Borbón y Battenberg y nieto, por tanto, del rey Alfonso XIII, Juan Carlos nació en Roma, ciudad en la que se había exiliado su abuelo Alfonso XIII, depuesto al instaurarse la Segunda República española (abril de 1931). En 1938, el año en que nació Juan Carlos, la Guerra Civil española estaba en su punto álgido, con notoria ventaja militar a favor del bando rebelde, encabezado por el general Francisco Franco, y los monárquicos españoles confiaban en la restauración dinástica una vez concluyera el conflicto. Pero al terminar la guerra (abril de 1939), Franco se mantuvo en el poder, iniciando un régimen dictatorial que perduraría hasta su muerte (noviembre de 1975) y que mantuvo a la familia real apartada del trono y del país.


En 1941 falleció Alfonso XIII. La renuncia de sus hijos Alfonso y Jaime a los derechos dinásticos de la casa de Borbón había convertido a su hijo menor, don Juan de Borbón y Battenberg, en el heredero del trono.
En 1948 tuvo lugar una primera entrevista entre el general Francisco Franco y don Juan de Borbón. El hijo de Alfonso XIII y padre de Juan Carlos pretendía conservar los derechos dinásticos de su familia, mientras que Franco buscaba legitimar la continuidad de su régimen, engarzándolo con la legalidad anterior a la República. Tras varias entrevistas celebradas en años posteriores (1954, 1960), se acordó que el príncipe Juan Carlos recibiría formación académica y militar en España, bajo la tutela del régimen, y que sucedería a Franco en la Jefatura del Estado.



Tras vivir con su familia en Italia, Suiza y Portugal, Juan Carlos pasó a España, donde recibió una formación amplia, que incluyó como componente fundamental el paso por las academias militares. En 1962 se casó en Atenas con la princesa Sofía de Grecia, perteneciente a la casa real de Grecia, con la que tendría tres hijos: las infantas Elena y Cristina y el que luego sería príncipe de Asturias, Felipe.


Las negociaciones de Francisco Franco con don Juan de Borbón, y la importante renuncia personal que hizo el padre al dejar en manos del dictador la educación de su hijo, dieron el fruto apetecido al designar Franco a Juan Carlos como sucesor en la Jefatura del Estado (1969). A partir de ese momento, Juan Carlos empezó a participar en las tareas de gobierno.


Desde 1971 las funciones del príncipe se completaron con la previsión de que sustituyera temporalmente a Franco en situaciones de ausencia o enfermedad. Tal situación se produjo en dos ocasiones (julio de 1974 y noviembre de 1975), en las que Juan Carlos asumió interinamente la Jefatura del Estado por enfermedad de Franco.


Durante su segundo interinato viajó a la colonia española de Sahara Occidental, amenazada por la Marcha Verde que había organizado el Rey de Marruecos, Hassan II; su intervención resultó decisiva para evitar la guerra con el reino alauita, al que más tarde fue transferida la soberanía sobre el territorio saharaui.


La muerte de Francisco Franco en 1975 conllevó, según las previsiones legales, la coronación de Juan Carlos como rey, restableciéndose así en España la monarquía de la Casa de Borbón. El nuevo rey sorprendió al mundo impulsando entonces una transición pacífica de la dictadura a la democracia desde la legalidad vigente. Tan pronto como pudo se deshizo del último presidente del gobierno nombrado por Franco (Carlos Arias Navarro) y nombró en su lugar a un joven más abierto y liberal: Adolfo Suárez (1976).


Con el apoyo continuo del rey, Adolfo Suárez llevó adelante la reforma política (1977) y reunió unas Cortes constituyentes democráticas, de las que salió consensuada la Constitución que el pueblo español aprobó en referéndum en 1978. En tal proceso, Juan Carlos I renunció a la mayor parte de los poderes que había heredado de la dictadura, quedando convertido en un monarca parlamentario con poderes meramente simbólicos y representativos, similares a los que poseen los demás reyes de Europa occidental. Con ello adquirió un gran prestigio internacional y una popularidad generalizada entre los españoles, pilares que aseguraron la continuidad de la monarquía que encarnaba.


Su última intervención pública decisiva para consolidar el régimen democrático tuvo lugar en 1981, cuando un intento de golpe de Estado protagonizado por Tejero y Miláns del Bosch le obligó a salir públicamente en defensa de la legalidad, desautorizando a los golpistas y utilizando su ascendiente sobre los militares para llamarles a la disciplina; con ello contribuyó a desbaratar el golpe y acabó de ganarse el respeto general dentro y fuera de España.


Juan Carlos I desempeñó fielmente las tareas que le atribuye la Constitución, interviniendo mediante consultas con los líderes parlamentarios en la designación del candidato a presidente del gobierno después de cada consulta electoral. Su función de representación del Estado le llevaría a viajar incesantemente por el extranjero, en apoyo de la política exterior decidida por sus gobiernos; cabe destacar en este aspecto su liderazgo simbólico sobre la Comunidad Iberoamericana de naciones, así como el apoyo a la integración española en las organizaciones occidentales (OTAN y Unión Europea), que se produjeron durante su reinado.


También viajó frecuentemente para visitar las distintas comunidades autónomas que componen el Estado español: en ese aspecto, la actitud relativamente abierta que demostró hacia la pluralidad cultural y lingüística, la descentralización política y administrativa y la idiosincrasia de las diferentes regiones facilitó el mantenimiento del frágil equilibrio entre unidad y diversidad que diseñó la Constitución de 1978. Sin que por ello faltasen esporádicamente voces críticas, puede afirmarse que Juan Carlos I mantuvo intacto su prestigio y el de la institución durante la mayor parte de su reinado.


Los últimos años, sin embargo, fueron difíciles. Los problemas matrimoniales de la Infanta Elena (divorciada en 2009 de su marido, Jaime de Marichalar) turbaron la paz de la Familia Real, si bien no dejaba de tratarse de un asunto privado. Pero en 2011 estalló el llamado caso Nóos, un escándalo de corrupción protagonizado por el yerno del rey, Iñaki Urdangarín: al parecer, el marido de la Infanta Cristina había aprovechado durante años su vinculación con la monarquía para desviar fondos públicos hacia el Instituto Nóos, una fundación teóricamente sin ánimo de lucro que él mismo presidía. Aunque Urdangarín eximió a su esposa de toda responsabilidad, la imagen de la Casa Real quedó empañada, y la lentitud del proceso judicial (durante el cual se llegó a imputar a la misma Infanta Cristina, que hubo de comparecer ante el juez) no contribuía precisamente a olvidar el asunto.


No menos funesta para el crédito de la monarquía fue la noticia que saltó a los teletipos en abril de 2012: en un contexto de fuerte crisis económica en el que Juan Carlos I se había sumado a las voces que pedían sacrificios a la población, se supo, a raíz de un accidente en que se fracturó la cadera, que el rey se hallaba cazando elefantes en Botsuana. Juan Carlos I hubo de pedir disculpas públicamente nada más salir del hospital. La operación a que debió someterse el rey para reducir la fractura de pelvis sufrida en el safari se sumó a otras intervenciones quirúrgicas de distinta etiología (hernia discal, tumor pulmonar benigno, rotura del tendón de Aquiles...) que le habían sido practicadas a partir del año 2010. La suma de dolencias hizo que la semblanza del monarca apareciera muy deteriorada respecto de otras épocas, con una cojera evidente y, en ocasiones, serias dificultades para hablar.


A raíz de estos percances, tanto los de popularidad como los de salud, se intensificaron los rumores que apuntaban a una posible abdicación; se decía que el príncipe Felipe, casado con la periodista Letizia Ortiz, ofrecía una imagen más moderna de la institución monárquica, y que por tanto sería bien recibido por la ciudadanía. El rey se negó a abdicar en los momentos de peor estado de salud, tal vez para no dar la impresión de que se rendía ante la adversidad, pero finalmente, el 2 de junio de 2014, anunció su decisión de transferir la Corona al príncipe Felipe de Borbón (destinado a reinar como Felipe VI de España), esgrimiendo como motivos su avanzada edad y la necesidad de un relevo generacional para hacer frente a los retos del futuro.